Cocinando una realidad virtual

¿Cuál es el concepto de realidad virtual que desarrollas en Mixed Reality Lab?

Conocemos  el  mundo  real,  nacimos  en  él  y  vivimos  en  él,  y  también  conocemos  el  mundo  virtual,  lo vemos en los juegos de ordenador y en gráficos 3D. Nos interesa la fusión de ambos mundos.  Manejamos también el concepto de “realidad aumentada”:  introducimos el mundo  real en el  mundo virtual en tiempo real.  Por ejemplo, con una captura en 3D e tiempo real puedes capturarte a ti mismo y ver  tu  avatar virtual  en el campo virtual. Después de lograr eso, buscamos formas de implicar a nuestros cinco sentidos. Por  poner un ejemplo, podemos ver una flor virtual en gráficos en 3D, casi de manera  perfecta, pero no  podemos tocarla, olerla ni degustarla. Estamos trabajando para que en el futuro tengamos una “mixed reality”en  la  que los cinco sentidos  humanos  se  fundan con  el  mundo virtual.

Da la sensación de que estamos tan sólo al comienzo de una era completamente nueva en lo que respecta a la relación del hombre y  las  máquinas y a  la conectividad  entre  humanos.

Creo que ya se está dando una fusión de esos dos  mundos,  el  virtual  y  el  físico,  pero lo que  vemos  es  que nuestro cerebro, nuestro intelecto, se está viendo aumentado, así que podemos  pensar  que  en  el  futuro veremos  cerebros  humanos  aumentados,  inteligencia  humana  aumentada.  Por  ejemplo,  nos apoyamos  mucho en internet. Ya no necesitamos memorizar tantas cosas, podemos  simplemente  hacer  una  búsqueda en  Google.  Pero podemos  imaginar  que pronto  la  conexión será  mucho  más  directa.  Hoy  ya  podemos conectar  las  neuronas  de  los  ratones  con  fibra  óptica,  es  algo  que  ya  está  ocurriendo  en la ciencia del presente. Esto significa que en un futuro cercano podremos  conectar  directamente el mundo  electrónico, digital, con nuestras neuronas y conseguiremos una fusión aún más  fuerte  del  cerebro  humano  con  el  mundo  digital.  Seremos  capaces  de  tener el conocimiento de internet conectado directamente a nuestro cerebro. Hay  muchas  personas que ya llevan implantes,  como  marcapasos,  miembros   artificiales,   incluso reemplazan sus caderas  por  otras  mecánicas,  y  pronto esto va a ser mucho más habitual y partes de nuestros  cuerpos  se  van a ver  reemplazadas  o  mejoradas  con  implantes  robóticos.  De  este modo podemos llegar a un punto en el que si una gran parte de nuestros cuerpos ha sido  reemplazada  por  implantes  mecánicos,  robóticos o   electrónicos y si nuestros cerebros están  conectados a internet, nos preguntaremos: ¿cuál es la diferencia entre un humano y un robot?

Tu  trabajo  se  centra  hoy  fundamentalmente  en  día  en  romper  lo que denominas la “barrera de cristal” en internet,  implicando  a  los  cinco  sentidos  para   conseguir   una   mayor   fusión   del mundo real y el virtual.

El  olfato y el  gusto son los únicos sentidos que están conectados al  sistema límbico del  cerebro, que es el responsable de las emociones y la memoria. Por tanto, pueden afectar subconscientemente a tu estado de ánimo o despertar un recuerdo. Hoy  internet está  “detrás  del  cristal”,  de  la  pantalla  de  nuestro  portátil  o  nuestro  teléfono.  Es  como  mirar  a  través  de  una  ventana.  Puedes  ver  cosas,  pero  no  olerlas  ni  tocarlas.  Lo  que  pretendemos   es   expandir   esa   experiencia  más  allá  del  cristal  y  alcanzar  la  siguiente  fase de internet implicando a nuestros cinco sentidos.

En este sentido, en Mixed  Reality Lab estáis desarrollando una serie de “gadgets”, como el  RingU o  el  Kissenger. ¿Qué  son exactamente?

La idea es conseguir tocarnos los unos a los otros a través de internet. Hace unos cuantos años creamos un “pijama que abraza”, pensado para aquellos padres que pasan mucho  tiempo lejos de sus hijos. Imagina que estás lejos de casa, en un viaje  de  trabajo. Con este sistema puedes llamar por teléfono a tu hijo o hablar con él a través de Skype y abrazarlo gracias a este pijama que reproduce el tacto a través de internet. Pero queríamos conseguir algo más portátil. En nuestra vida diaria utilizamos relojes, collares, pendientes, anillos…  cosas  que  ponemos en nuestros cuerpos y que  son  tan  cómodas que nos  olvidamos de que las llevamos  puestas.  Así que decidimos desarrollar un anillo háptico,  táctil,  el RingU. Cuando  lo  acaricias, se conecta a internet a través de tu móvil y tus seres queridos reciben la caricia estén donde estén. El  Kissenger  (“kiss messenger”) es un pequeño  robot  que, al  besarlo,  mide  la presión de tus labios y envía la señal del beso a tus seres queridos a través de internet.

En lo que respecta al gusto y al olfato también estáis desarrollando una serie de aparatos con vistas, entre otras cosas, a su aplicación en el mundo de la gastronomía.

Estamos en una fase muy temprana de este proceso. Lo que necesitamos conseguir es la digitalización de las  señales  del  olfato y el gusto,  porque  no  es posible  enviar sustancias  químicas  por  cable o por  ondas de radio. Por eso  hemos  desarrollado una  máquina  eléctrica de gusto. Básicamente es un aparato con electrodos que colocas en tu lengua. Cuando experimentas un sabor real, un sabor  amargo, por ejemplo, se produce una  ionización  química  en tu lengua que se convierte en una señal eléctrica que estimula las neuronas del gusto en tu cerebro. Con este aparato estimulamos los receptores y las neuronas del gusto directamente, de  tal modo que conseguimos experimentar un sabor amargo, por ejemplo, sin necesidad de utilizar sustancia química alguna. También  hemos desarrollado el Scentee, un aparato que insertas en tu  móvil y, cuando envías a alguien un mensaje, emite un olor a través de su propio móvil. Por ejemplo, si es el cumpleaños de tu madre puedes enviarle un  aroma a flores o a chocolate. También hemos trabajado con Andoni Luis Aduriz y Mugaritz para reproducir y enviar el aroma de uno de sus platos, el de las semillas de sésamo al ser molidas en el mortero con el azafrán… para emitir una idea de lo que sería la experiencia de estar en  el  restaurante. El siguiente paso será obtener una estimulación no química del olfato. El problema es que el bulbo olfativo está detrás de la cavidad nasal y es muy difícil e incómodo colocar ahí un electrodo, así que estamos tratando de conseguirlo utilizando campos magnéticos.

Parece que la experiencia de comer en un restaurante en el futuro podría ser completamente distinta a lo  que hoy en día conocemos…

Recuerdo que Andoni Luis Aduriz dijo algo que me pareció visionario: en el siglo  XXI  ya no se trata de cortar zanahorias o de hacer una sopa, sino de crear una experiencia, y lo digital es parte de la experiencia.  Así que tendremos  también  una realidad  mezclada en  lo que  respecta  a  la comida. Los chefs visionarios quieren crear la experiencia emocional más excitante posible. Seguiremos teniendo comida analógica, pero lo que haremos será mejorarla con lo digital. Por ejemplo, ahora mismo es complicado conseguir que la comida pase de dulce a salada en un segundo, pero lo podremos hacer cuando mejoremos la comida con lo digital. Cuando consigamos digitalizar sabores y aromas y emitirlos través de estas interfaces se abrirá un nuevo campo para la creación gastronómica. Por poner un ejemplo, cuando la música se digitalizó, cuando apareció el primer CD, la gente se entusiasmó  porque  podía  escuchar una sinfonía de Beethoven con perfecta claridad,  como  si  estuviese  en  una  sala  de conciertos.  Pero  eso  fue  sólo  el  comienzo.  Ahora    puedes hacer tipos de música completamente  distintos  en  lo  que  respecta a  la  creación,  a  través  de  sintetizadores  e  instrumentos  digitales.  Del  mismo  modo, podremos  crear  distintos  tipos  de  comida que   son   muy   complicados  de conseguir sin  lo  digital.  Podemos  imaginar  que,  en el  futuro,  igual  que  podemos  programar software en el ordenador, también podremos programar  comida,  así  que  ser  un  chef  será casi  como ser  un  programador.  Con  estos aparatos   digitales   podrán   crear   sabores y  aromas  digitales,  pero  también  comida física,  gracias  a  las  impresoras  3D.  Podrán diseñar la comida en el ordenador y después imprimirla. Gracias a esta fusión del mundo físico y el virtual los chefs encontrarán nuevas vías de expresión.

Otro de tus proyectos se llama “Food Media, un novedoso tipo de comunicación interactiva entre los miembros de la familia a través de la comida”. Esperas que “mejoren radicalmente los vínculos familiares y la comunicación  intergeneracional”.  ¿Cómo funciona?

Querían algo que  conectase a los ancianos con sus amigos y familiares, porque en Japón, como en  muchos  otros  lugares, la  población está envejeciendo rápidamente y los ancianos sufren soledad y depresión. Así  que  decidimos  mirar  al  pasado,  cuando  las  familias  completas,  abuelos,  padres e hijos, vivían en una misma casa y cocinaban y comían  juntos,  en  lo  que  suponía  un momento de intensificación de esos vínculos familiares. Queríamos reproducir eso a  través  de  internet. Lo que  hicimos,  por  ejemplo,  fue  desarrollar utensilios, tenedores, cuchillos, cucharas, que permitían “sentir” la mano de tu abuela ayudándote  a  preparar el plato, a remover lo que hubiese en el puchero. También  desarrollamos sistemas a través de los cuales los  miembros  de  la  familia  podían  sentirse como  si  estuviesen  comiendo  juntos,  no sólo con una videoconferencia, sino también transmitiendo aromas de  una  cocina  a  la  otra. Y gracias a una versión muy básica de una  impresora  3D  los  niños  podían  diseñar  dulces  muy  simples  que  se  imprimían  con azúcar y gelatina  en  casa  de  la  abuela.

Otra de las ramas de tu investigación es lo que denominas “Lovotics”, que se refiere a las relaciones románticas entre humanos y robots. Y estás  trabajando  con  el  experto en inteligencia artificial David Levy en un agente  de chat  llamado “iFriend” que me hace  pensar en la película  de  Spike  Jonze  Her, en la que el protagonista se enamora de su sistema operativo (que tiene la voz de Scarlett Johansson, lo que sin duda facilita las  cosas…).  Pensaba que era una película de ciencia-ficción, pero…

De hecho, mi amigo David Levy fue uno de los  asesores  de  esa  película…  Si lo piensas, la película no está tan alejada de la realidad. Hoy ya vemos  que a la  gente le  gustan los personajes virtuales. Hubo un caso en Japón de alguien que quería casarse con el personaje de un juego de ordenador. Pronto veremos robots de apariencia humana muy realista y que  podrán  hablar y respondernos como si fuesen humanos. Por eso estamos trabajando en  ese  agente  de  chat.  Las  personas nos empiezan a gustar, como amigos o amantes, cuando  compartimos  nuestras  mentes  con ellas,   hablando, conversando acerca de  cosas. Una vez que consigamos crear robots que no sólo tengan un aspecto muy humano, sino que también hablen como los humanos, pronto  veremos  que  la  gente  se  enamora  de  ellos,  e  incluso  tiene  relaciones  sexuales con  ellos.  Los  niños  suelen  sentir  mucho afecto  por  objetos  inanimados,  como  sus ositos  de  peluche.  Y  los  adultos  también pueden  llegar  a  llorar  cuando  se  les  muere su mascota. Llegar a enamorarse de un robot no  supone  un  paso  demasiado  grande  con respecto  a  esto,  especialmente  si  tienen  un aspecto  realista  y  puedes  hablar  con  ellos y te responden de un modo humano. Si la estimulación  es lo suficientemente  buena,  la  gente  empezará  a  sentir afecto y amor por los robots.

Entrevista realizada por Raúl Nagore.


Adrian Cheok es Profesor  de  Computación en  la  City  University  de  Londres  y  fundador  y  director  del  Mixed  Reality  Lab  (Laboratorio  de  Realidad  Mezclada),  Adrian  David Cheok  ha  centrado  sus  investigaciones  de  los últimos años en pensar y diseñar un futuro  en  el  que  el  mundo  virtual  y  el  físico  lleguen  a  fundirse. Algunos de los mecanismos en los que está trabajando, relacionados  con  la  digitalización de sabores y aromas, podrían algún día modificar por completo la experiencia de cocinar y comer en un restaurante.