Los descubrimientos culturales de miembros del equipo de Diálogos de Cocina en el año que acabamos de dejar atrás.

Por Redacción DdC

The Bear, de Christopher Storer
Por Adela Balderas, directora académica del Basque Culinary Center

«Comencé a verla con cierta suspicacia. Y debo reconocer que si bien partí desde cierta indiferencia, me acabó enganchando y conmoviendo, quizá por la forma en que los personajes consiguen que te los creas, sobre todo el protagonista, ese “oso” al que vemos haciendo hasta lo imposible no tanto por gestionar un restaurante y lidiar con las personas que lo conforman, sino por encontrarle sentido a lo que hace, e incluso por darse sentido a sí mismo en medio de la vorágine. La serie ofrece una mirada tremendamente cruda y, sin embargo, acaba siendo un necesario canto a la esperanza.»

Hôzuki, la librería de Mitsuko, de Aki Shimazaki
Por Janire Zubizarreta, comunicación de Mugaritz

—Tarô…
—¿Sí, mamá?
—Tú naciste para salvarme la vida.
—Ya me lo has dicho, pero tú me tuviste porque yo quería ser tu hijo.
—Entonces nos necesitamos el uno al otro.
—Sí, debe ser —dice como un viejo sabio.

«Nunca hubiera comprado este libro. Termino en mis manos porque me lo recomendó el librero de la librería Zubieta en Donosti. Confié en su palabra porque anteriormente me había recomendado “El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes” que automáticamente ha pasado a ser uno de mis libros favoritos. Un viernes lluvioso de otoño volví a ir a la librería con hambre de un libro que me removiera por dentro, tal y como lo hizo la novela de Tatiana Țîbuleac. Me sacó varios ejemplares, pero este libro fue el primero que me ofreció. A primera vista me pareció un libro simple, con apenas argumento, pero decidí confiar en su criterio y me lo llevé casa. Lo devoré en un par de horas, e hizo que un viernes al uso, lluvioso de otoño, se convirtiera en aquella tarde especial donde leí Hôzuki, la librería de Mitsuko.

Es una oda a la ternura, a la lentitud. Una especie de autoregalo, de recordatorio del cuidado, de la amabilidad, de las relaciones. Cada pensamiento, cada diálogo, cada descripción que se narra en este libro tiene una densidad diferente, una densidad que te atrapa, que te reconforta y que te acoge mucho después de haberlo terminado. Una especie de revolución en los tiempos que corren hoy en día.»

La firma de Dios, de José A. López Ledo
Por Julián Otero, i+D de Mugaritz

«La firma de Dios es un podcast de ficción. Sólo 8 capítulos cortos donde en cada uno se expone la grabación de un testimonio desde el cual se puede descubrir una historia donde quieres cada vez más. La trama relativamente sencilla, un virus asola el 2024 produciendo alteraciones genéticas pero no todo es lo que parece. Hablar más sería haceros un spoiler y romper la magia del cliffhanger de cada episodio. Sólo deciros que esas dos horas y medias de escucha aún perviven en mí y me ponen la piel de gallina.»

The Servant, de Tony Basgallop
Por Sasha Correa, coordinadora de Diálogos de Cocina

«“I see dead people”…. ¿Les suena? Pues del mismo director de Sexto Sentido, Ishana Shyamalan, llegó a Apple Tv una serie inquietante, escalofriante y medio gótica donde la muerte de un niño recién nacido deviene en un macabro desatino. El pequeño Jerico era la obra perfecta de una pareja perfecta: Dorothy Turner, la madre ideal (interpretada por la maravillosa pelirroja que en Six Feet Under nos ponía los pelos de punta, haciendo de Clair Fisher): inteligente, trabajadora, exitosa (¡sale en televisión…!) y encima guapa. Sean Turner, por su parte, el padre de la criatura, es chef. Un chef con ganas de fama que, por salir a buscarla (¿por qué no podría salir él también en televisión?), acaba condenado a una vida peor que los infiernos de Dante.»

Hamnet, de Maggie O’Farrell
Por Lakshmi Aguirre, escritora gastronómica

«Me adentré en el universo de Maggie O´Farrell en 2018 gracias a Jesús, librero de La Buena Vida de Madrid. El título que me hizo amar su literatura fue La primera mano que sostuvo la mía (Libros del Asteroide, 2018). Llevaba un bebé de 10 meses en los brazos. Le siguieron Instrucciones para una ola de calor (Salamandra, 2013), Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide, 2016), Sigo aquí (Libros del asteroide, 2017)… En 2021 llegó Hamnet. Lo dejé en la mesilla esperando el momento de estar preparada para abordar lo que cuenta O´Farrell que no es más que la vida inmensa traída a los núcleos familiares y a los universos personales de quienes los conforman.

Llegó 2022, llegó el instante de Hamnet (el tiempo vuela) y un par de desconocidos haciendo el amor en un almacén de manzanas.

Las hileras de manzanas se mueven, botan, dan saltos en las baldas… Bote, bote, salto, salto… La frecuencia de los golpecitos varía: más pausada, más lenta y vuelta a empezar… En el angosto espacio que hay entre ella y la balda (de manzanas) de enfrente se encuentra él… ¿Cómo es posible, se pregunta, mirándolo a la cara, que una cosa encaje tan bien, con tanta precisión, con esa sensación de acierto? Las manzanas, fuera de su alcance, giran y botan.

Cómo teje literatura y belleza y dolor la irlandesa. Maggie, siempre.»

Materia vibrante, de Jean Bennett
Por Iñaki Martínez de Albéniz, Doctor en Sociología

En el caso de nuestro compañero Iñaki Martínez de Albéniz reproducimos su respuesta de manera literal:

«¿Un libro? Materia vibrante de Jean Bennett (Ed. Caja Negra). ¿Una canción? Dos. Happy de Pharrell Williams y Shiny Happy People de REM. A ver si nos volvemos todos idiotas de una puta vez. En el libro de Bennett hay un capítulo sobre comida que es la bomba».

Y aquí, citamos a la propia Bennett:

En el capítulo 3, Materia comestible, repito el experimento enfocándome ahora en la comida. Partiendo de los estudios sobre la obesidad, de la escritura reciente en torno a la comida y de las ideas sobre la alimentación formuladas por Thoreau y Nietzsche, argumento en favor de la materia comestible entendida como un actante que opera dentro de y paralelamente a la humanidad, influyendo sobre los estados de ánimo, los temperamentos y las decisiones.

No me acuerdo de nada, de Nora Ephron
Por Patricia Gutiérrez, dircom del Basque Culinary Center 

«Ephron y la pimienta molida. O cuando quieres leer de gastronomía, sin que la gastronomía esté en el centro. Ephron es aguda, divertida, mordaz, de hecho, cualquier adjetivo se queda corto. Sitúa su lupa en espacios comunes, dotándoles de nueva luz . La visión de Ephron de la gastronomía supera la crítica gastronómica, las recetas adquieren una dimensión más allá de la técnica y conforman una mirada singular al hecho gastronómico. Cada vez que me tomo una buena copa de vino no puedo evitar sonreír y acordarme de ella. Porque, ¿quién quiere estropear una buena ensalada echándole pimienta? Preguntadle a Ephron.»

Un planazo en Canarias y Purgatorio, de Jon Sistiaga
Por Mayre Modrego, directora de Euro-Toques

«Dicen que viajar es cultura y lo afirmo. Mis viajes me enriquecen. De 2022 me quedo con Canarias; Lanzarote, descubriendo de nuevo los cuadros circulares del artista Roberto Perdomo y La Palma cuyo volcán Tajogaite es una obra de la naturaleza que hay que visitar. Brindemos por nuevas aventuras con una malvasia volcánica dulce de las islas. Ah y para esos ratos en la playa os recomiendo el libro Purgatorio de Jon Sistiaga. Su primera novela sobre un tema difícil como es el conflicto vasco, que entiende como solo podemos entender los vascos, con heridas abiertas de un lado y de otro para intentar comprender algo imposible, la violencia sin sentido como arma de cambio, la espiral de violencia que te atrapa y no te deja salir…»

Soul Kitchen, de Faith Akin
Por Diego Guerrero, chef de DSTAgE.

«Resulta que cuando salió en 2010 y yo escuché aquel título, Soul Kitchen, como melómano y fan en la adolescencia sobre todo de los Doors y de Morrison me imaginé que la película tendría que ver con la música y con la cocina, pero generé un juicio y unas expectativas que nada tuvieron que ver con lo que el director Faith Akin y aquella comedia trataban de contar. Así que en aquel momento no me gustó porque no fue lo que esperaba. Años más tarde volví a verla. Yo estaba en otro sitio y la vi desde otra perspectiva, seguramente más abierta, sin juzgarla y sin esperar nada de ella. Y me encantó.

Es una película donde la cocina y la música son actores secundarios o casi figurantes de una historia que habla de muchas más cosas: relaciones familiares, amorosas, la vida en general… pero en la que contribuyen a cerrar una historia divertida pero con trasfondo. Al final, las expectativas nos juegan malas pasadas ya sea con una película o en un restaurante. Aprendí que mejor mirar con ojos curiosos que juiciosos y que, en el fondo, que pase lo que esperas siempre es más aburrido que sorprenderse con lo inesperado.»